Saturday, February 27, 2010

¡TERREMOTO!

Cuando era chica cada vez que había un temblorcito corría hacia la entrada de la casa, no importa cuánto durara, generalmente me demoraba más en llegar que pasara el movimiento. Ahí venía el comentario de mi madre: "y eso que no has vivido un terremoto". Hasta ayer. Terminaba de ver Ricardo Arjona en el Festival de Viña y muerta de sueño me dirigía a mi cama, tenía frío así que me acosté abrigada, extrañamente. A las 3 y media la mañana mi hermana me mueve la cama advirtiendo que está temblando, generalmente ya no corro a la fachada de la casa y me quedo tranquila esperando que pase, pero se sentía que la cosa se venía fuerte. Las dos salimos disparadas hacia la entrada, pasando por la puerta de mi mamá (que estaba cerrada con llave) la golpié fuertemente gritándole "está temblaaaaando mamá abre la puerta".  No me quedé a esperar a que la abriera, mi hermana ya iba por la escalera, como hermana mayor era mi deber ir con ella. 

En unos segundos ya estábamos bajo la puerta principal de la casa, abrazadas cuando comenzó a temblar fuerte. Parecía que no terminaba, que la cosa difícilmente iba a parar, de un lado hacia otro nos movíamos, aumentando la situación de un momento a otro. Fueron casi dos minutos eternos, en que el cielo se iluminaba y fuertes ruidos subterráneos se sentían. "Parece el fin del mundo", le dije media asustada a mi hermana chica, cuando se me vino la imagen de mi hermano a la mente, que estaba carreteando en la casa de unos amigos, mientras ella pensaba en su pololo. No valía la pena pelear, yo sólo rezaba el padre nuestro y me aferraba a Jesucristo para que todo pasara rápidamente y terminara esta pesadilla. 

Cuando la cosa pasó, mis pies seguían temblando, la cabeza estaba "abombada" y mis papás recién bajaban. Todos creíamos que la cosa iba a seguir con réplicas muy fuertes, por suerte la construcción es bastante fuerte y creo que Dios nos favoreció en este momento. Agradecida eternamente. La primera reacción fue preguntar por el pato, mi hermano y no pudimos contactarnos con él, toda la tecnología estaba muerta. La luz, el internet, la telefonía móvil y celulares no funcionaba, demostrando que ante cualquier catástrofe el ser humano no puede hacer nada, sólo aferrarse a la misericordia del Señor. 

Pasaron los minutos y entraba la primera llamada al teléfono fijo, era mi prima que preguntaba por nuestro bienestar. Por suerte, ninguna mala noticia por parte de la familia, de a poco nos fuimos comunicando, hasta que llamó mi hermano... Una voz temblorosa preguntando si todo estaba bien, así que a penas dieron la luz lo fuimos a recoger en auto. Fuimso los cuatro, nadie quería quedarse solo, ni estarlo. No había luz, las calles estaban medias levantadas y había que tener mucho cuidado. No había semáforos y el alumbrado público no funcionaba así como muchos otros elementos de la señalética. Afuera nos esperaba mi hermano, junto a sus amigos, estaba sano y salvo. Es que antes de irse al carrete se mandó una frase para el oro: "te quiero proteger jean por eso mejor que no vayas". Durante todo el movimiento estuve pensando en sus palabras... y por eso a penas lo ví me quedé más tranquila. Uno nunca sabe cuándo van a ocurrir las cosas, dicen que hay que estar preparado, pero para qué andar pensando que justo te va a pasar a ti. Yo creo que la situación te hace prepararte y, por suerte y gracias a Dios, esta vez reaccioné muy bien.

Hace unos días me había puesto de acuerdo con una amiga para salir, otros amigos me habían invitado a su casa, pero extrañamente tenía mucho sueño, prefería quedarme tranquila y dormirme temprano. Pensaba en todos esos jóvenes que salieron a divertirse, que repletaban la disco o pub en Bellavista o Suecia y en el terremoto de grado 8 debieron huír despavoridos. Pensaba en esa gente que vivía en casas de adobe que difícilmente estarían de pie. Pensé en la gente que vive cerca de la costa que tendría que alejarse de las olas o el posible tsunami. Ahí uno le encuentra razones a muchas cosas, gracias a Dios no nos habíamos cambiado de casa aún, gracias a Dios justo no celebré mi cumpleaños con antelación o justo no salí con mis amigas... Sólo Dios sabe por qué hace las cosas.

Veo las noticias, las imágenes terroríficas que llegaron con la luz del día, los escombros, los fallecidos y las miles de consecuencias que trajeron este terremoto. Y me da pena, y me da alegría, y me da pena y agradezco enormemente estar viva. Situaciones de la vida que uno nunca espera, pero claramente después de vivirlo te hace pensar "si hubiera estado"... Menos mal me quedé en casa, estaba con mi familia. El más asustado era mi guatón, el gato, que gritaba y se ponía debajo de las mesas, repeleando las réplicas.